lunes, 4 de febrero de 2013


Hoy cumples dieciocho años y aún me pregunto por qué extraña razón no querías nacer, te hiciste a rogar durante tres días.
Cuando ya los médicos se marcharon para preparar todo para sacarte, asomaste tu cabeza y dijiste “Aquí estoy” Papá salió corriendo a buscarlos y entraron casi sin creérselo.
Fueron momentos difíciles y críticos porque estuviste mucho tiempo en el canal del parto y estabas monitorizado detectando cualquier sufrimiento fetal.
Nos diste algunas sorpresas, mientras estabas en el nido en observación, te pusiste la chupa y levantabas tu cabecita mirando a todos lados, todo el mundo alucino. Ya mostraba tu habilidad.
Luego nos separaron, tú tenías que estar en observación y  a mí me llevaron a planta. Como a las cuatro de la madrugada, ocho horas más tarde de tu nacimiento, mientras yo dormía, te subieron a planta (yo no lo sabía) de repente escuché por primera vez la palabra máma y desperté.
Llamé a la enfermera y le dije “Han subido a mi hijo ¿Verdad?” y ella me dijo “Sí, ¿Cómo lo sabes?” Le dije que tú me habías llamado. Le pedí que te trajeran conmigo y ya te quedaste a mi lado.
Te abracé y te apreté contra mi corazón suavecito, despacito abriste tus ojitos y me miraste fijamente, como reconociéndome y pude ver un esbozo de sonrisa en tu boca. En mis brazos te sentías bien protegido.
Día a día he disfrutado de tu crecimiento, de tus sonrisas, de tus primeras palabras, de tus primeros pasos, de tantas y tantas anécdotas y de algunos sustos, nada graves.
He podido sentir tu inmenso y profundo dolor con la muerte de la abuela Ángeles y la de Alfito. Y por supuesto también tu profundo dolor y rabia por la separación de papá y mamá. Y te pido perdón por ello.
Jamás he dejado de quererte.
Hoy cuatro de febrero de dos mil trece, cumples dieciocho años, ya eres mayor de edad.
Juan, mi hijo, Te Amo. Eres una de las razones de mi existir. Cada día agradezco a Dios el haberme dado la dicha de tenerte. Te amo y siempre necesitaré de tu presencia.
Feliz cumpleaños Amor Mío. Que siempre sigas siendo ese niño bueno, cariñoso, respetuoso de sus semejantes y de las buenas costumbres. El orgullo de sus padres, de su hermano, de sus abuelos y de toda la familia que te ama.
Que Dios te bendiga y te acompañe siempre en tu camino por esta vida.
En Artenara a cuatro de febrero de dos mil trece.
Mamá

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