domingo, 13 de julio de 2014
 
  En la vida, cada cosa está ensamblada. No existe ninguna casualidad. Formamos parte de un gran concepto, de un gran plan. Yo lo llamo el plan de Dios. Maduramos a través de nuestras experiencias y normalmente, a través del dolor.
     Cuando una persona vive su vida, no tiene que tener ninguna enfermedad. Todas las personas son un espejo de tu ser incompleto. Tus conceptos incompletos tienen una imagen real en tu cuerpo, en tu ser.
     Las enfermedades son un intento de regulación del cielo. Dios quiere ayudarnos. Si por propia voluntad no hay cambios, el sufrimiento provoca una disminución del ego para que la subjetividad se equilibre con la objetividad de Dios.
     Cada uno con sus aptitudes o formas de vida, tiene una tarea en este mundo, una determinación de Dios. Tenemos que vivir a nosotros mismos para cumplir el plan cósmico. Por eso es importante ser completo. Además estaremos felices.
     Me siento un Alma vieja, la fuerza vital me anima intuitivamente en cada instante. trato de seguir mis intuiciones y lo que me dice mi cuerpo. En mis sentidos encuentro la solución a mis problemas. Nuestros cuerpos son templos de sabiduría. Te invito a crear una relación con él para que te liberes de las ataduras de los patrones viejos. Despierta tu vitalidad, la sabiduría de tu cuerpo y la pasión por la vida.
     Sube al punto central de tu corazón y siente ¿Cuál es tu propósito fundamental, tu misión individual Piensa que existe dentro de ti una gran sabiduría, se sencillo, deja ir a quien tu crees que eres para convertirte en quien eres realmente. ¿Te cuesta mantener tu "autoridad"? no significa mandar a los demás, sino conectarte contigo, con tu esencia, con lo que quieres y eres en realidad, dejando así a los otros en su lugar, no permitiendo que penetren en tu espacio, piensa que eres libre, igual que los demás y tienes derechos, los cuales no deberías olvidar ni dejar que el resto de las personas no lo respeten.

Permitirme compartir contigo esta historia "El Elefante entero" extraída del libro "El Despertar" de Paul Ferrini
"En todos los juicios que yo hago sobre ti, hay un juicio sobre mí mismo… Y ambos son igualmente ciertos o falsos. Mientras piense que yo estoy en posesión de la verdad y tú no lo estás, crearé separación, desigualdad y estableceré las bases para que el sufrimiento se instale en mi vida. Lo mismo ocurre si pienso que tú posees la verdad y yo no.
La realidad es que ambos poseemos una parte de la verdad y una parte de ilusión. Los dos miramos al mismo elefante, pero tú ves la cola y yo veo el tronco. Cuando se mira por separado, la cola y el tronco parecen que no tienen nada en común. Sólo cuando se ve la totalidad del elefante es cuando la cola y el tronco unidos, cobran sentido. No importa cuanto me esfuerce, me es imposible ver el significado de tu parte. La cola no comprende ni el porqué, ni la razón del tronco. La única forma en la que admitiré tu experiencia es aceptarla como cierta, de la misma manera que acepto la mía como tal.
Debo dar la misma credibilidad a tus percepciones que a las mías. Hasta que no establezcamos esta igualdad, la semilla del conflicto permanecerá entre nosotros. No es necesario que diga que tú tienes razón y que yo estoy equivocado. No necesito reemplazar mi verdad por la tuya, o vivir mi vida según tus premisas. Ni tampoco es preciso que diga que tú estás equivocado y que insista en que debes vivir tu vida según mis condiciones. Estas exigencias provienen de la inseguridad y de la falsa creencia de que, para amarnos los unos a los otros, debemos estar de acuerdo. No es cierto.
Para amarte debo aceptarte tal y como eres. Es lo único que debo hacer. ¡Pero eso es mucho! Aceptarte a ti tal y como eres, es una proposición tan profunda, como aceptarme a mí mismo tal y como soy. Es una tarea formidable, dada mi poca experiencia en este campo.
Permitir que tengas tu experiencia es el principio. Aprendo a respetar lo que piensas y sientes incluso cuando no me gusta o no estoy de acuerdo con ello. Incluso aunque me disguste.
En lugar de hacerte responsable del dolor que siento en relación a ti, aprendo a enfrentarme a mi propio dolor. Mi reacción a tu experiencia -positiva o negativa- me proporciona información sobre mí mismo.
El compromiso conmigo mismo y contigo es trabajar con mi propio dolor, no responsabilizarte a ti de él.
Sólo cuando te devuelva el don de tu propia experiencia, sin imponerte mis propios pensamientos y sentimientos sobre ella, te amaré sin condiciones.
Cuando acepte tu experiencia tal cual es, sin sentir la necesidad de cambiarla, te respetaré y te trataré como a un ser espiritual.
Mis pensamientos y sentimientos tienen importancia en sí mismos, pero no como comentarios o acusaciones a tu experiencia. Al comunicar lo que pienso o siento sin hacerte responsable de mis pensamientos y sentimientos, acepto mi propia experiencia y permito que tú tengas la tuya.
En las relaciones, al igual que en la conciencia, las dos caras de la moneda deben ser aceptadas como iguales. Una persona no superará el conflicto hasta que la experiencia de ambas haya sido respetada.
La cuestión no es nunca el acuerdo, aunque lo parezca. La cuestión es: ¿Somos capaces de respetar nuestra experiencia mutuamente?
Cuando sentimos que la otra persona nos acepta tal y como somos, tenemos la motivación para adaptarnos el uno al otro. Adaptarse es hacerle al otro un lugar junto a nosotros; es no imponerse ni que se nos impongan.
Una vez que se llega a la adaptación, ambas partes moran juntas. El hombre y la mujer, el blanco con el negro, el rico con el pobre, los judíos con los musulmanes. Aceptar nuestras diferencias es honrar la humanidad que tenemos en común, es bendecir mutua y profundamente la experiencia que compartimos.
De modo que la cola y el tronco discutirán hasta ponerse morados y ninguno de los dos ganará la discusión. Ambas experiencias son igualmente válidas. Al permitir que esto sea posible, el elefante empieza a cobrar forma. Al aceptar la validez de tu experiencia sin intentar cambiarla, sin intentar que sea algo más parecida a la mía, mi propia experiencia empezará a adquirir un mayor significado. Cuando te contemplo como a un igual y no como a alguien que precisa ser educado, reformado o determinado, el significado de nuestra relación se revela por sí mismo. Cuando se le da la bienvenida a cada parte, el todo empieza a tomar forma y resulta más fácil comprender y apreciar el significado de las partes.

Un mundo que pretende conseguir un acuerdo, encontrará conflicto y sectarismo. Un mundo que proporciona un espacio seguro a la diversidad, encontrará la unidad esencial para convertirse en entero. Frente a los opuestos tenemos dos opciones: resistirlos o abrazarlos. Si los resistimos, provocaremos un conflicto entre el yo y el otro. Si los aceptamos, los integraremos como agentes dinámicos y originaremos una transformación alquímica en el interior del yo."

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